*Persona que no se identifica ni como mujer ni como hombre. Cuando hablamos de identificarnos como hombre o mujer se tiende a pensar en un modelo rígido, sería interesante ampliar estos conceptos, ya que todos los seres sexuados somos únicos e irrepetibles
La identidad sexual NO es dada por los genitales o cromosomas, sino que es el saber de cada persona quien lo determina. Así, habrá mujeres con vulva y mujeres con pene, hombres con vulva y hombres con pene, hombres con cromosomas XX y cromosomas XY, etc.
Dicha identidad sexual es inherente al ser humano y se construye a lo largo del proceso de vida en el que cada persona individual trata de significarse, de construir un diálogo interno que le permita tener una coherencia para sí, pero también un diálogo externo con el que preservar su conexión con el mundo.
Es un hecho que tiene lugar desde adentro hacia afuera, pero es esencial ser identificada -“ser leída”- como se desea desde fuera por esas otras personas que conforman el “nosotras”: la colectividad, la comunidad, la sociedad.
Hace referencia a la forma de mostrarnos al mundo; nuestra forma de hablar, vestir, arreglarnos, gesticular… Es decir, como cada cual se manifiesta. Es independiente de la identidad y la orientación, porque ninguna de estas predice la otra. Por ejemplo, hay hombres (identidad) heterosexuales (orientación) con pluma (expresión). En ocasiones, se tiende a pensar que un hombre que tiene pluma será gay, pero esto no tiene porqué ser así. Puede tener pluma y ser gay, o puede tenerla y ser heterosexual, bisexual… Es decir, su forma de expresarse no predice su orientación.
Las connotaciones que se le dan a las expresiones son leídas como masculinas o femeninas dependiendo del momento histórico, social y cultural en el que vivamos.
A día de hoy en nuestra sociedad está aceptado que las mujeres usen zapatos de tacón, pero no los hombres. Sin embargo, en la Edad Media eran los hombres los que utilizaban zapatos con tacón para marcar el estatus social que tenían[1].
En occidente generalmente es común ver a dos mujeres de la mano pero que lo hagan dos hombres no, por lo contrario, en oriente que dos hombres vayan de la mano es señal de respeto.
En el imaginario social hay normas estrictas para cada sexo que jerarquizan unas formas de ser, sentir y expresarse sobre otras, invisibilizando un gran hecho: la diversidad sexual y de género, es decir, que cada persona es única e irrepetible.
[1] Historia del zapato desde la Antigüedad hasta nuestros días por Paul Lacroix (1862). 80-92.
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/01/130125_cultura_tacones_altos_historia_ao
Es común asignar categorías según nuestra orientación sexual. Por ejemplo, se utiliza heterosexual, para hacer referencia a las personas que sienten atracción erótica por el sexo opuesto; homosexual si alguien siente deseo hacia personas del mismo sexo; bisexual si la atracción se dirige a personas de ambos sexos, de forma indiferente.
Este planteamiento categoriza y genera discriminación entre las distintas maneras de vivir y expresar el deseo erótico (bisexualidad, homosexualidad, asexualidad), frente a otro tipo de deseo erótico mayoritario (heterosexualidad), lo que ha supuesto y supone subordinar unos deseos sobre otros. Frente a esta clasificación sexual, que históricamente origina estigma y rechazo hacia las personas LGBTI+, el colectivo ha cuestionado esta etiquetación basada en la heteronorma y ha emprendido una serie de luchas que han tenido como objetivo la no discriminación por orientación sexual.
Pero tanto heterosexual, homosexual o bisexual hace referencia al deseo erótico.
La orientación sexual del deseo erótico se puede entender como un continuo con dos extremos: deseo hacia mujeres y deseo hacia hombres. Entre los cuales, las personas se pueden colocar según sus experiencias (biografía sexual). Una mujer que a lo largo de su vida únicamente ha sentido deseo hacia mujeres se situará más al extremo del continuo, mientras que un hombre que mayoritariamente siente atracción por mujeres pero, en algunas ocasiones también lo siente por hombres, se situará hacia el centro. El deseo de cada persona es único e irrepetible.