Derechos Humanos
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Decidir quién gobierna

Es poco habitual evaluar a las personas que desempeñan cargos políticos en vísperas de elecciones. Lo que sí es habitual es decir que “todos son iguales”, que “todos van a lo que van sin mirar al pueblo”, etc., etc. Pero estas personas cobran de nuestros impuestos por su trabajo.

Además, son elegidas por nuestros votos. Por eso tenemos derecho (y deber) a pedirles responsabilidades y eficiencia en los problemas de nuestra sociedad. En eso también consiste la democracia. Si pides nuestro voto, te pedimos resultados coherentes para nuestro bienestar y para que broten los avances sociales, para que se cubran desde los gobiernos las necesidades del pueblo. Si lo que has trabajado no cubre nuestras necesidades, si no supone los avances sociales necesarios en pro de la vida del pueblo (ahora se dice ciudadanía) no tenemos que volver a votarte porque tu trabajo no es satisfactorio.

Y tampoco parece adecuado generalizar: quienes se dedican a la política desde puestos de responsabilidad son personas y, como todas, aciertan más o menos, o aciertan aquí y fracasan allá, o unas aciertan porque tienen en cuenta al pueblo al que sirven y otras no aciertan porque miran más por los intereses propios. Eso es lo que hay que evaluar a la hora de elegir. También puede pasar que, en una misma candidatura, haya personas que hacen un trabajo político de calidad y con humanidad, mientras otras lo que mejor hacen es cobrar. En nuestro caso, ya que el voto es de cada quien, nuestra decisión está más motivada por el trabajo realizado que por las promesas y lemas de campaña.

Hay otro sector de personas que cobran de lo que hemos puesto entre todas que no las elegimos, son las personas nombradas para cargos de responsabilidad política por quienes sí han sido elegidas en las urnas. Por ejemplo: La directora del Instituto Navarro para la Igualdad (INAI) es nombrada, no elegida en urnas, por quienes sí han obtenido representación en las votaciones. Si la labor de esa directora fuera de aplaudir, ese aplauso sería tanto para ella como para quien la nombró. Si su labor no ha sido satisfactoria, el fracaso es tanto de quien obstenta el cargo como de quien la nombró y de la persona responsable de la consejería a la que pertenece.

Esta es una curiosidad: El INAI está dentro de la consejería de Presidencia e Interior, cuyo 80% de trabajo y ocupación es para la Policía Foral. ¿Acaso no hay una consejería más adecuada para la coordinación del Instituto para la Igualdad? ¿No debe ser la Igualdad un asunto mucho más transversal y omnipresente en todas las consejerías de gobierno? La última responsable de la organización de gobierno es la presidenta, el reparto de cromos tiene más que ver con la chavalería y la improvisación: “Si me apoyas algo te caerá, si más me apoyas más te caerá”.

Traduciendo lo que no hace falta: El INAI no debería de estar en esa consejería; la Igualdad ha de ser transversal y de creación de conciencia hacia el cumplimiento de las leyes, de las garantías constitucionales y de los Derechos Humanos, no un cromo que se cambia por apoyos; la Igualdad ha de ser una máxima gubernamental, no un Instituto de mínima actividad y de recortes de derechos y de servicios, verbigracia el servicio público para los derechos LGTBIQ+ Kattalingune.

Es decir: con estas letras queremos reprobar a la Presidenta Chivite, aunque se saque fotos en campaña en un banco “arco iris”, aunque el 17 de mayo haga declaraciones en defensa de los colectivos LGTBIQ+, aunque haya ponderado el trabajo y resultados de Kattalingune. Como responsable última del Gobierno de Navarra, es culpable de los terribles recortes realizados por el INAI a Kattalingune en cuanto a partida económica, en cuanto a personal, en cuanto a capacidad de trabajo y en cuanto a humanidad.

Reprobamos al vicepresidente Remírez como instigador de los recortes porque el INAI está bajo dominio de su consejería, porque ha defendido los recortes como necesarios para la continuidad del servicio cuando, en realidad, lo ha vaciado de contenido, de trabajo y de sentido a través de la subdirección.

Suspendemos, con mucha deficiencia, la labor de Isturiz en la dirección del INAI. Kattalingune ya estaba desarrollando su labor cuando llegó la actual directora.

En estos cuatro años ha crecido el servicio LGTBIQ+ gracias a la labor de sus trabajadoras, a la gestión de Kattalingorri, al aumento de partidas presupuestarias propuestas y aprobadas por los grupos parlamentarios y a pesar de la no implicación del INAI. La directora del INAI, cuando menos, podría haberse reunido con Kattalingorri en funcionamiento normalizado. No lo hizo entonces y se ha negado a recibirnos desde que anunciaron sus fulminantes recortes. Le hemos llamado, le hemos escrito, suplicado y nunca ha dado la cara ni nos ha recibido. Su última respuesta fue: -“nada tenemos que hablar porque estoy de salida”. ¿Cuándo recibas la nómina vas a rechazarla con ese argumento? Tu cargo dura hasta que haya otro nombramiento y, si no te atreves a mirarnos a los ojos, dimite. Siempre decimos que el asesino de su pareja, que primero la mata y luego se suicida, debería hacer al revés: primero suicidarse.

Así le decimos a la directora del INAI: deja el cargo antes de aplicar los recortes y firmar la defunción del servicio público Kattalingune. La democracia, aunque tú no fuiste votada, te exige que nos recibas, que dialoguemos, que negociemos, nunca la democracia te autoriza a tomar decisiones sin contar con las afectadas y de manera autoritaria. En este sentido, el consejero Remírez es igual de culpable que la directora. Y también señalamos a quien nombró a Isturiz directora del INAI y a las “medinaznarez” que han defendido los recortes en un servicio público que era de calidad y muy destacado a nivel estatal.

Desde aquí os desautorizamos para hablar en nuestro nombre y os repudiamos como personas para ejercer función pública. No vale utilizar la democracia y sus nombramientos dáctiles para ejercer la autoridad de manera dictatorial. Esta es nuestra manera de “defender lo que pensamos”.

 

Alizia Izal Elorz y Arraitz Koch Elizegi

Kattalingorri

Memoria Trans – Ley Trans

Cada 20 de noviembre se celebra la Memoria Trans, la Conmemoración de las victimas de la Transfobia y Derechos de la infancia. El actual momento y contexto socio político nos ha llevado a escribir sobre la Ley estatal en materia de derechos LGTBI+ en general, y TRANS en particular, debido a la polémica que está generando su aprobación.

Quien se haya molestado en leer el proyecto de la mal llamada “Ley Trans” se habrá percatado que su contenido es mucho más amplio de lo que se comenta, casi en exclusiva, en los medios de comunicación y redes sociales. Empezando por el título: “Proyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI”. Nadie habla, por ejemplo, de las medidas que propone para promover la igualdad y combatir la discriminación que sufren las personas lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales. Queremos suponer que sí lo habrán hecho los partidos políticos que presentaron enmiendas a la totalidad, de donde sólo cabe deducir que se oponen también a la adopción de medidas para garantizar los derechos y la no discriminación de todas esas personas.

Es evidente que algunas voces contrarias, las más exaltadas, no han entendido que el proyecto de ley no legisla sobre el proceso médico para hacer el cambio físico de las personas trans, sino para hacer el cambio registral de nombre y mención al sexo. La transición física está regulada por las comunidades autónomas en sus respectivas legislaciones, y la aprobación de esta nueva ley estatal no supone una modificación de esas competencias en absoluto.

El estado esta legislando sobre una materia de su competencia exclusiva, cual es la regulación del Registro Civil. Y no debe olvidarse que el Tribunal Constitucional declaró la inconstitucionalidad del artículo 1 de la Ley 3/2007, que permitía sólo este cambio a las personas mayores de edad, por resultar discriminatorio para las menores. Por tanto, la ley debe ser modificada necesariamente en ese sentido.

Con la ley actualmente vigente, los cambios registrales de nombre y mención al sexo exigen un diagnóstico de disforia de género y acreditar dos años de tratamiento médico o psicológico. Escuchamos voces de alarma porque se hormona a adolescentes, y lo que la ley pretende, precisamente, es evitar que una persona tenga que pasar por un tratamiento o un quirófano para poder utilizar un nombre conforme a su identidad sexual. Hay personas trans que no desean realizar sino una transición social, que le permita desarrollar su vida conforme a su identidad sexual en todos los ámbitos, y a día de hoy no pueden hacerlo.

Luego están determinados colectivos de profesionales de la medicina o la psicología, que se oponen a la prohibición legal de terapias de conversión, alegando que detrás de las y los adolescentes que acuden a las Unidades de Identidad Sexual y de Género pueden subyacer otros problemas psicológicos o de adaptación, cuyo adecuado tratamiento haría desvanecer la supuesta disforia de género. Rechazan también la hormonación de personas menores, ignorando informes como el de la Asociación Mundial de Profesionales para la Salud Transgénero (WPATH) que recomiendan que estos tratamientos comiencen a prescribirse tras empezar los cambios de la pubertad.

https://www.wpath.org/media/cms/Documents/SOC%20v7/SOC%20V7_Spanish.pdf

Los citados colectivos de profesionales, que pontifican sobre el tema haciendo alarde de autoridad científica y por tanto objetiva, enmascaran en algunos casos un trasfondo ideológico, ético o religioso determinado, y en todos un profundo desconocimiento del funcionamiento de las Unidades para la atención a personas transexuales, transgénero e intersexuales como Transbide en Navarra o Transit en Cataluñya, atendido por profesionales de la Psicología Clínica en primer término, – muy capaces de detectar un problema psicológico de otro tipo si lo hubiera-, además de personal médico especializado en Endocrinología, Pediatria, Ginecología, Urología-Andrología, etc.

Estos argumentos “científicos” son acogidos con entusiasmo por agrupaciones de madres de niñas con disforia de género acelerada (fenómeno cuya existencia misma ha sido rebatida recientemente por un Estudio de la Schulich Medicine & Dentistry, escuela de medicina de la Western University en Canadá, que concluye que no encontró nada en su análisis que respalde que la supuesta DGIR sea un fenómeno clínico real).

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34793826/

Es comprensible el vértigo que puedan sentir las madres ante una realidad que sus hijas e hijos les manifiestan, que no comprenden ni están dispuestas a aceptar sin oponerse antes con todas sus fuerzas. De ahí que propugnen ser las únicas que puedan decidir hasta la mayoría de edad, sin interferencias legales de ningún tipo, ya que según sus propias palabras “quién mejor que unos padres saben lo que más conviene a su hija”. Exactamente lo mismo pueden decir las personas de determinadas confesiones ultrareligiosas ante un hija o hijo que les confiese su homosexualidad, para defender las terapias de conversión para “curarle” sin que absolutamente nadie pueda interferir.

En la desmesurada actividad de estas agrupaciones en redes sociales y charlas con la que difunden su reivindicación, utilizan datos tergiversados, o directamente falsos, como que las Unidades de Género comienzan a administrar hormonas desde la primera consulta, o que hay un 85 % de desistimiento entre los jóvenes que iniciaron un tratamiento hormonal en la adolescencia (La Unidad de Identidad de Género (UIG) de la UMC de Ámsterdam, referente mundial en todos los aspectos de la medicina transgénero, publicó un estudio en la revista científica The Lancet Child & Adolescent Health según el cual, el 98 % de los adolescentes trans que iniciaron el tratamiento hormonal en la adolescencia lo continuaban en la edad adulta).
https://www.thelancet.com/journals/lanchi/article/PIIS2352-4642(22)00254-1/fulltext

Es evidente que el peso de todo lo mencionado, el revuelo mediático creado, los mensajes tergiversados en nombre de la ciencia y ataque constante a los derechos de las personas LGTBI+ está perjudicando el ánimo de quienes viven esta situación en primera persona, dado que su realidad está siendo puesta en tela de juicio constantemente. Esperamos que la aprobación de la Ley zanje la polémica y sirva para homenajear y recordar también a las víctimas de la transfobia. Gracias por existir.

Trabajar en el armario

Trabajar en el armario

La cisheteronorma me invisibiliza y cada día que voy al trabajo soy consciente de que eso es una suerte: sufro menos porque la LGTBIifobia rara vez se dirige directamente a mi persona.

Cada vez que una persona usuaria  en mi trabajo hace un comentario bífobico o pide que le atienda una mujer, pienso en que si supiera mi verdad, no querría que yo le atendiera. Cuando mi jefa hace comentarios tránsfobos, la rabia y el dolor me hace huir al baño a llorar bajito.

Constantemente me viene a la mente el monólogo de Donald Glover en que un colega le decía que tuviese ojo con qué comentaba delante de su jefe porque era homófobo y aún no sabía que él era gay y Donald le respondía ‘ojala poder decir: hey, no le digas a mi vecino que soy negro, porque es bastante racista’.

Tener pase como parte de los grupos hegemónicos te da acceso a ciertos derechos. No cabe duda.
Tengo la imagen mental de que ir al trabajo es meterme en una caja en la que apenas quepo y que la gente de alrededor pisa sobre la tapa para que quede bien cerrada y enterrada bajo tierra.

Las amigas que no son del colectivo no lo entienden: ‘tú puedes ser lo que quieras ser, ¿qué necesidad de decir si eres esto o lo otro?’
La necesidad es extensiva. Negar mi identidad abre campo a la LGTBIfobia. ‘De esto no se habla, de esto no se puede hablar, esto no existe, debe de haber algún caso de personas LGTBQIA pero no conozco ninguno, son minoría, por qué hablan de ello’…

En mi trabajo me doblo como una hoja de papel para mostrar solo una cara de mí misme: la que disfruta de su trabajo e incluso la que puede intentar dejar caer gotitas arcoíris en la conversación pero nunca en primera persona, mi persona queda en el reverso.

La culpa me asedia. No quiero que las nuevas generaciones se pasen toda su vida sin decir a  su familia que no son ni un chico ni una chica. No quiero callarme cuando una compañera o compañero dice que cada vez el colectivo tiene más letras y va a acabar siendo todo el abecedario. Pero el miedo a que me traten mal me paraliza.

Y tú, ¿te sientes identificade?

 

Firmado: une usuarie de Harrotu

Hay prácticas de riesgo, no grupos de riesgo.

En esta ocasión nos gustaría escribir sobre la “viruela del mono” con el propósito de informar en torno a esta enfermedad y su transmisión.

En primer lugar, atribuir la transmisión de la viruela del mono únicamente al contacto sexual entre personas del mismo sexo además de no ser cierto, alimenta estereotipos que vulneran los derechos humanos ya que el virus puede afectar a todas las personas sin distinción de su preferencia sexual.

Es una amenaza conocida y hay herramientas para combatirla. Es una enfermedad normalmente leve que se propaga por contacto cercano y que provoca síntomas similares a los de la gripe y una erupción característica. Es causada por un ortopoxvirus de la familia de la viruela y se le llama coloquialmente así porque en 1958 fue detectada en los monos; no obstante, también se puede encontrar en roedores (ardillas, ratas, ratones y conejos).

Hay que destacar la baja mortalidad del virus. Además, los expertos indican que solo pueden contagiarse las personas nacidas a partir del año 1980, ya que hasta esa fecha la vacuna de la viruela era obligatoria para todos los niños.

La mayoría de los casos de viruela del mono desaparecen por sí solos. Muchas personas que se han enfermado por el virus han tenido síntomas leves y han podido recuperarse sin ningún tratamiento específico contra el padecimiento. Su periodo de incubación es entre cuatro y catorce días, pudiendo llegar a los ventiuno. Los síntomas más frecuentes son erupción cutánea, fiebre, cansancio, inflamación de ganglios, dolor de cabeza, molestias musculares y escalofríos.
La guía de la OMS para personal sanitario dice que puede utilizarse paracetamol para controlar la fiebre y el dolor leve.

El director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, Hans Henri P. Kluge, ha señalado recientemente que se puede «acabar eliminando la viruela del mono» en Europa, tras las «primeras señales de ralentización del brote». En recientes declaraciones afirma que sigue centrada entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres sin protección. Y ahí es donde se debe concentrar el esfuerzo de prevención y respuesta, fomentando un entorno libre de estigma y discriminación.

La viruela del mono no es igual al sida, son enfermedades diferentes causadas por virus distintos y no tiene ninguna relación con la vacunación contra COVID-19, al contrario de los bulos que se han extendido en las redes sociales. El primer caso humano de viruela del simio se registró en 1970. Mientras que el virus del COVID se detectó en 2019. Además la viruela del mono no es tan transmisible o peligrosa como el COVID, dicen los científicos.

A pesar de no ser una infección de transmisión sexual y que se pueda dar en las relaciones sexuales tanto de hombres como de mujeres, con personas del mismo sexo o de otro, el tratamiento de que algunos medios al inicio de la noticia lo ha relacionado inevitablemente con la práctica de la erótica gay.

En opinión de uno de los primeros pacientes en España en contraer la viruela del mono, «el estigma de que es una enfermedad de gais» le recuerda «al VIH/Sida de los ochenta» y advierte del peligro de que el resto de la población «se relaje» como si fuera inmune. «Hay prácticas de riesgo, no grupos de riesgo«, apunta el joven.

Normalmente ‘los hechos’ son los protagonistas de la noticia pero, cuando se relacionan con personas LGTBI+ a menudo la noticia se desvía hacia la individualidad de las personas y su orientación sexual o identidad de género. Esto afecta directamente a las personas LGTBI+ e implica de nuevo realizar un gran esfuerzo por las repercusiones (estereotipos o prejuicios) que genera. El tratamiento informativo debe realizar un uso adecuado del relato, de modo que los discursos lanzados no se constituyan en mensajes potencialmente ‘LGTBIfóbicos’.

Más información sobre la viruela del mono: CESIDA

La familia, importante concepto.

Hay quienes proponen acabar con el concepto familia, hay quienes proponen ampliarlo, hay diversos debates en torno a este concepto, qué es, quién lo compone, por qué se compone de esta forma, cúal es su origen…

Desde Kattalingorri, nos parece importante conocer y visibilizar lo amplio que es el concepto y el modo de familia, entendido este como la red de cuidado, desarrollo y sostenimiento.

Para conocer más acerca de diferentes formas de generar el concepto familia, hemos charlado con Alizia Pano, Victor Domingo y Anouar Merabet y lo hemos recogido en el siguiente video.

Eskerrik asko, por compartir vuestras reflexiones con todas nosotras.

Armarios de ida y vuelta

La campaña del 28J de este año está dedicado a las personas mayores, es por eso que queremos aprovechar para poner sobre la mesa una problemática no muy conocida pero cada vez mas común, que ha ido en aumento en los últimos años; la vuelta al armario en las residencias de mayores.

Hablamos de personas que han nacido y vivido durante la dictadura franquista, la época en ocasiones oscura de la transicióntiempos de silencio y vergüenza donde se consideraba lo LGTBI+ no solo algo pecaminoso sino además, delito y enfermedad. Personas que tras años de lucha y persistencia han conseguido hacer frente a esa situación que nada tiene que ver con la que tenemos hoy en día. Si bien es cierto que los avances han sido muchos, las personas mayores LGTBI+ además de sufrir discriminación por el hecho de ser LGBTI+, también lo sufren por el edadismo, discriminación por cuestiones de edad. Hecho que aún las invisibiliza mas, situándolas así en en situaciones más vulnerabilizadas.

A este hecho tenemos que añadirle el nuevo armario que suponen las residencias de personas mayores. Son entornos que las personas LGTBI+ en ocasiones no sienten seguros y por eso hacen que vuelvan a ocultar su identidad o condición sexual. El miedo a no ser aceptadas, la vergüenza, o la invisibilización de las personas mayores LGTBi+ son factores que vuelven a salir a la luz en el momento en el que ingresan en una residencia. Por ello muchas de esas personas deciden ocultarse en esta ultima etapa de su vida.

Una situación que parecían tener superada ya que muchas de estas personas han podido vivir su sexualidad con normalidad durante años y que por el hecho de “cambiar de hogar” han tenido que revertir. Volviendo a meterse en un armario que parecía cerrado con llave.

Es por esto que una de las reivindicaciones del colectivo es la creación de recursos residenciales LGTBI+. El primer paso ya esta dado, la Fundación 26 de Diciembre ha puesto en marcha un proyecto que supone mirar de cerca la historia del colectivo LGTBI+ para entender cuál es su realidad y con el que ha conseguido abrir la primera residencia pública para personas LGTBI+ en Villaverde, Madrid. Ojalá sea la primera de muchas.

Plumofobia

El día 17 de mayo se celebra el Día Internacional contra la homofobia, la transfobia y la bifobia, con el propósito de repudiar la discriminación y las vejaciones de que son objeto las personas con orientaciones o identidades sexuales diferentes a las convencionales. La unión hace la fuerza, está claro, pero en ocasiones esas mismas actitudes discriminatorias se producen entre las personas de este lado de la pancarta. Hablamos por ejemplo de la plumofobia.

Tener pluma” es la expresión que coloquialmente se utiliza para referirse a los hombres que muestran actitudes femeninas, es decir, los que no responden a lo que la RAE define como “machote”: Hombre vigoroso, bien plantado, valiente”. La palabra pluma también suele emplearse en relación a las mujeres con aspecto o modales que se consideran poco femeninos. Estas últimas suelen recibir improperios como “camionera” o “marimacho”, mientras que a los primeros se les tilda de “locazas”, siempre con ánimo ofensivo.

Tenemos muy interiorizado, mal que nos pese, que un hombre-hombre ha de ser fuerte, serio, inquebrantable, y no debe mostrar inseguridades ni sentimientos de tristeza o debilidad. Lo mismo que una mujer ha de ser delicada, dulce, frágil y encantadora. Nos lo ha inculcado así el cine, la televisión, el patio del colegio y hasta la propia familia. Y la sociedad suele tolerar mal lo diferente. Esa aversión hacia las personas que no encajan en los estereotipos de género, hombre-masculino y mujer-femenina, es lo que se ha dado en llamar plumofobia.

La plumofobia tiene una particularidad llamativa, y es que se da también dentro del propio colectivo LGTBI+: es un comportamiento opresor dentro de un grupo ya oprimido. En las aplicaciones móviles de contactos es frecuente encontrar mensajes que destacan la masculinidad como virtud que se ofrece o se exige en el otro. Un estudio publicado por la revista inglesa Gay Times revela que el 50 % de los gais sin pluma creen que los homosexuales afeminados dan mala imagen al colectivo. El psicólogo Gabriel J. Martín, por su parte, concluye que la plumofobia dentro del colectivo nace de la homofobia hacia la propia homosexualidad, mientras que otros estudios apuntan a que las vivencias traumáticas a causa de la pluma llevan a disimularla o repudiarla en los demás, a fin de evitar situaciones de rechazo, o incluso de riesgo.

En cualquier caso, aparte del dolor personal que causa el ser objeto de burlas y marginación, la plumofobia tiene consecuencias discriminatorias también en el ámbito profesional. Una respetable empresa que haya de promocionar a uno de sus directivos, además de la profesionalidad de los candidatos, sopesará seguramente si desea queese chico tan poco varonil sea la imagen que la compañía proyecte al exterior…”. Está muy normalizado, por ejemplo, que un gay amanerado presente programas del corazón -porque la frivolidad y el cotilleo son considerados su medio natural –, pero nunca un informativo serio. Del mismo modo que es muy improbable ver una “chica del tiempo” que no sea joven y muy femenina.

Nuestra sociedad ha ido avanzando hasta llegar a acoger y proteger a las personas LGTBI+, pero otra cosa es desafiar las expresiones de género. El tuitero Germán Sánchez afirma con ironíaSer gay está bien, a no ser que se te note”.

Quienes por el mundo pasean su pluma con desparpajo, además de tener todo el derecho a hacerlo, han contribuido y mucho a la visibilización del colectivo y a la consecución de derechos LGTBI+. Es de justicia reconocer su mérito, en lugar de dibujar un triste panorama en blanco o negro. Porque las personas somos de mil colores.

Intersexualidad, una realidad desconocida

Dentro de las siglas LGTBIQ+, una de las realidades menos conocidas es, sin duda, la I. Esta I, hace referencia al término “intersexual” del que hablaremos en esta entrada de bolg. Para empezar, diremos que esta letra no siempre ha formado parte del imaginario LGTBIQ+, ya que como pasa con muchas otras realidades, ha sido desconocida durante mucho tiempo, y como “lo que no se nombra, no existe” hoy queremos hablar sobre esta realidad.

La intersexualidad, hace referencia a variaciones cromosómicas, genéticas, hormonales, genitales, etc., que se dan en algunas personas según la norma sanitaria y social establecida. Sin embargo, y aunque todas las personas tenemos diferencias unas con las otras en base a los niveles hormonales, características genitales, etc., en el caso de las personas que estas variaciones son más notorias con respecto a la media, se dice que tienen una realidad intersexual o algunas de ellas se denominan, personas intersexuales.

Esta realidad intersexual, no es única y como en otras cuestiones que tienen que ver con la realidad humana (como puede ser el color de la piel), es muy diversa. Además, esta realidad, no siempre es evidenciada en el momento del nacimiento. En la mayoría de los casos esta intersexualidad puede hacerse visible, sobre todo, en la pubertad, al no presentarse ciertos cambios corporales esperados, como pueden ser, la menstruación en las personas con vulva. Sin embargo, algunas personas viven y mueren con una realidad intersexual sin saberlo.

Por dejar claras algunas cuestiones, la intersexualidad:

  • NO es una patología o una malformación. ES UNA PARTE MÁS DE LA DIVERSIDAD SEXUAL. Puede que en algunos casos, se requiera atención médica debido, por ejemplo, a desequilibrios metabólicos, pero las características intersexuales en sí mismas, no son un problema de salud.
  • NO es una identidad sexual: toda persona sabe quién es, más allá de las características específicas que presente su cuerpo.
  • NO es una orientación sexual: la realidad intersexual es indiferente al deseo erótico.

Sin embargo, debido a la norma social establecida en torno a los cuerpos y sus especificidades, las personas intersexuales viven situaciones que constituyen violaciones a sus derechos humanos, y es por eso que se integran dentro del colectivo LGTBIQ+ para luchar por ellos. Algunos de los ejemplos de los derechos que a día de hoy se siguen vulnerando son:

  • Se realizan cirugías y tratamientos no consentidos, irreversibles y médicamente innecesarios, sólo por encajar en la norma social establecida. Estos además, suelen darse durante la infancia, con mucha desinformación hacia las familias y acarreando, en algunas ocasiones, problemas posteriores a las propias personas.
  • Alto desconocimiento y carencia formativa por parte de las personas profesionales de salud para atender las necesidades específicas de las personas intersexuales.
  • Debido al alto desconocimiento social, en torno a esta realidad, hay mucha estigmatización y discriminación en los entornos familiares, escolares y laborales.

Por suerte, y como pasa con otras muchas cuestiones, la necesidad de comprensión mutua y la rabia o el dolor que ha podido generar esa vulneración de derechos, ha hecho que personas con realidades intersexuales se hayan unido para dar voz a sus realidades y crear redes de apoyo. Aquí os dejamos algunos de los espacios que podéis consultar.

https://kaleidosintersex.com/

https://grapsia.org/

https://brujulaintersexual.org/

8 de Marzo: Ser una mujer trans en el medio rural

Mi nombre es Asteria Angelines Lizarazu García, tengo 21 años, soy de Olite y voy a contar en el siguiente video, desde mi perspectiva como chica trans, cuál ha sido mi experiencia criándome en un entorno rural y qué pienso sobre el papel de las mujeres trans en la lucha por nuestra emancipación.

17 de Mayo: Día Internacional contra la LGTBIfobia

El termino LGTBIfobia hace referencia a los hechos de intolerancia, discriminación o rechazo a Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Intersexuales y todas las formar de ser, sentir y expresar no normativas  por razones de orientación, identidad o expresion  de género. Un término del que poco se habla pero que representa y engloba situaciones discriminatorias que muchísimas personas vivimos a diario.

Miradas, agresiones, comentarios, actitudes… juicios. Y en ocasiones también agresiones directas, físicas o verbales. Pero ¿es necesario agredir directamente para dañar a alguien?

“El que lo lea maricón”, “eso es de chicas”, “a las bisexuales les gustan todxs”, “si, yo también me siento extraterrestre”… comentarios de este tipo se escuchan a diario en las aulas; y fuera de ellas. “Pero que no es a mal profe” “es entre nosotros, de coña”…Las aulas son el reflejo, el síntoma de una sociedad con un grave diagnóstico: gran desconocimiento y poca aceptación.

Hablemos de la diversidad y de cómo se vive en las aulas, y en la calle. De hecho a menudo se afirma que “aquí sí que te puedes expresar si eres un poco valiente”. Pero para poder expresarse con libertad en público, al igual que el resto, ¿hace falta ser valiente? ¿Es justo que dejemos todo el peso encima de las personas? ¿O nos compete a todas crear espacios donde todas las personas podamos sentirnos totalmente libres para vivirnos, relacionarnos y expresarnos a nuestra manera única e irrepetible?

“¿Pero  eres trans? ¿Si? Ostia, no se te nota. Pareces un hombre hombre”.

“Es guapa, no parece trans, no lo habría dicho”

“Pero entonces ¿cuando eras chica como te llamabas?

“¿Y tienes pareja? Ostia que valiente ¿no? ¿y ella había estado antes con chicas o con chicos? ¿Y como es folllar con un chico trans?”

“Y ¿ahora a qué baño vas, al de discapacitados?”

O en ginecología “a ver, dónde está la mujer?”

Y suma y sigue…

Y qué decir en el mundo rural…

“¿Tienes novia “mi chico”?”

“Aquí no hay nadie así”

“Hay un gay si, yo ya hablo con él tan normal”…

¿Realmente la diversidad tiene un espacio real en las zonas rurales de Navarra? ¿Hay algún rincón en Navarra que esté libre de LGTBIfobia?

A menudo no hay ataques directos, pero ¿invisibilizar no es acaso también un gesto de LGTBIfobia? ¿Realmente tenemos interiorizada la diversidad como un valor a cultivar? ¿Creemos que hemos conseguido acabar con la LGTBIfobia? Desgraciadamente días como este siguen siendo totalmente necesarios. Porque no es una cuestión de valentía y porque invertir en diversidad significa invertir en combatir la LGTBIfobia, para que todas las personas podamos expresarnos en todos los espacios en total libertad.

*En la imagen principal, Normunds Kindzulis, joven letón víctima mortal de un presunto ataque homófobo en Tukums el pasado abril.

 

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