24 de mayo: Día de la Visibilidad Pansexual
Hoy 24 de Mayo es el Día de la Visibilidad Pansexual y hemos querido acercarnos a esta etiqueta de orientación sexual tan poco conocida.
Antes de nada, recordemos que las etiquetas de la comunidad LGTBIQ+ están en continua evolución. Poco a poco, conforme las personas y nuestra forma de relacionarnos cambia, también vamos perfeccionando el lenguaje, buscando nuevas etiquetas que se adapten a nuestra realidad. Por supuesto, en esta evolución también hay espacio para el diálogo y el debate.
En concreto, la historia de la pansexualidad está íntimamente ligada a la historia de la bisexualidad. La comunidad hoy en día entiende los dos términos como muy cercanos, e incluso sinónimos. A nivel social, la discriminación e incomprensión que sufren las personas pansexuales es fundamentalmente indistinguible de la que sufre una persona bisexual, y por tanto la lucha de ambas ha ido siempre de la mano. Al final, el trabajo de deconstruir prejuicios y estereotipos es compartido, y la sociedad acaba diciendo cosas muy parecidas de ambas: que sólo es una fase, que es gente indecisa, que son personas más promiscuas…
Entonces, ¿Cúal es la diferencia?
A nivel histórico los dos términos tienen un origen médico, y luego fueron adaptados para la comunidad LGTB con definiciones menos patologizantes. La definición de pansexualidad más común hoy en día sería «atracción por las personas independientemente de su género». La de bisexualidad ha dado algunas vueltas más, pero en general la definición más común suele ser la de la activista Robyn Ochs: «Atracción romántica y/o sexual por gente de más de un género, no necesariamente al mismo tiempo, no necesariamente de la misma forma y no necesariamente en el mismo grado».
Aunque las dos definiciones se solapan ampliamente, vemos ya que algunos matices cambian: la definición de bisexualidad puede incluir la no atracción por algunos géneros (entendiendo que hay más géneros que los dos binarios), y que puede ser una atracción diferente para diferentes géneros.
Por ejemplo, siguiendo estas definiciones, una mujer que sienta atracción por mujeres y personas no binarias, pero no por hombres, sería en principio bisexual, pero no pansexual. Esto se complica aún más si recordamos que las identidades no binarias no son una simple tercera casilla, si no que se entremezclan con los conceptos de hombre y mujer binarios. Para mucha gente, incluso el término lesbiana podría recoger el ejemplo que hemos planteado.
Y por supuesto, hay un problema mayor: el desconocimiento de la gente por estas definiciones. Lamentablemente, mucha gente sigue teniendo en mente aquella «escala de Kinsey» al hablar de bisexualidad, y sigue manejando la definición «popular»: «atracción por hombres y mujeres». Esta definición es binarista, y aunque la comunidad bisexual en general no la maneje, sigue pesando fuerte en la sociedad.
Es por esto, tanto por las diferencias que hay entre las definiciones más concretas de ambas etiquetas, como por evitar la visión binarista que la sociedad aún tiene de la bisexualidad, que mucha gente elige identificarse como pansexual.
El debate hoy en día gira en torno a la posible invisibilidad de la etiqueta bisexual, que se produciría al crear una etiqueta nueva demasiado similar. Desde la comunidad pansexual siempre se hace incapié en que hay matices que las diferencian, y en que incluso si no los hubiese, tener dos etiquetas que sean sinónimos no tendría por que ser un problema.
Desde Kattalingorri no tenemos ninguna autoridad especial para resolver este conflicto. La comunidad debe debatir, pensar, y el tiempo irá decidiendo qué etiquetas necesitan cambiar y cuáles no. Sin embargo, lo que sí que tenemos claro es que las etiquetas que usamos para hablar de nuestra comunidad son solo eso, palabras que resumen una realidad muy compleja. Es importante no dejar que nunca se vuelvan casillas que nos limiten y ahoguen.
Ante todo, recordemos que tenemos una larga historia luchando juntes y un gran trabajo en común aún por hacer. Os animamos a colaborar, a crecer juntes, y a no confiar nunca en las voces que quieran enfrentarnos.
Recordad, ¡la diversidad nos enriquece!