23 de septiembre: Día de la Visibilidad Bisexual
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23 de septiembre: Día de la Visibilidad Bisexual

El 23 de septiembre es el Día de la Visibilidad Bisexual, un día especial en el calendario para visibilizar a las personas que sentimos atracción o deseo por ambos sexos.

Seguimos teniendo que visibilizar esta orientación del deseo, más si cabe en días como hoy, ya que las personas bisexuales continuamos siendo todavía invisibilizadas y estereotipadas. Para ello la comunidad bisexual cuenta con su propia bandera, creada en 1998 por Michael Paige y que esta compuesta por tres colores: magenta, lavanda y azul, en referencia a la homosexualidad, la heterosexualidad y la combinación de ambas orientaciones.

El primer Día de la Bisexualidad fue impulsado por los activistas estadunidenses Wendy Curry, Michael Page y Gigi Raven, se llevó a cabo el 23 de septiembre de 1999, tras ser reconocido en la Conferencia Internacional de la Asociación Lesbiana y Gay en Johannesburgo.

A menudo vemos como se niega la existencia de esta orientación mediante expresiones como “es heterocurioso/a”, obviando la opción de la bisexualidad y reduciendo la orientación del deseo así al binarismo entre la homosexualidad y la heterosexualidad. Además existe la creencia de que las personas que podemos sentir atracción por personas de ambos sexos lo hacemos por curiosidad o, en todo caso, por vicio.

¿Cuantas hemos oído expresiones como “cuanto vicio tiene” o “a esta o este le gusta todo” para referirse a una persona bisexual?

Pero ¿por qué es más viciosa una persona que mantiene relaciones sexuales con personas de ambos sexos que una persona que lo hace solo con personas de su mismo sexo o del sexo contrario? Y cuando se afirma que nos gusta todo… ¿A caso a las personas bisexuales nos gustan todos los hombres y todas las mujeres? Se nos ocurriría pensar a caso que a una una mujer heterosexual le atraen todos los hombres o a una mujer lesbiana todas las mujeres?

Claramente no, a las personas bisexuales nos atraen algunos hombres y algunas mujeres a lo largo de nuestras vidas, y por cierto, de formas muy diversas, puesto que puede que a una persona bisexual le atraigan muchísimas personas a lo largo de su biografía, o que lo hagan unas pocas. Las vivencias de la bisexualidad son tantas como personas bisexuales hay, aunque entre nosotras compartamos la etiqueta y el deseo erótico hacia ambos sexos.

Otra creencia que se asocia a menudo a la bisexualidad es la de que somos personas inmaduras o indecisas que no sabemos lo que queremos y por ello no somos capaces de inclinarnos en la balanza de la homosexualidad o la heterosexualidad. Freud por ejemplo entendió la bisexualidad como “indiferenciación sexual” o “hermafroditismo” y refiriéndose a la atracción defendió que todas las personas nacemos sin una distinción entre objetos sexuales (bisexuales) y cuando crecemos acabamos escogiendo un objeto. En su opinión la naturaleza humana era bisexual pero no era posible ser practicada por adultos modernos porque el progreso humano nos lleva a tener que escoger, uniéndola así con las y los niños, la inmadurez y la falta de capacidad de elección.

Kinsey en cambio concluyó que la bisexualidad se construía a partir de la combinación de los dos extremos de la homosexualidad y la heterosexualidad ‘puras’ y que, por tanto, ‘todas las personas somos bisexuales´, pero no de una forma `pura´ sino que nos encontramos en diferentes puntos de un continuo de la orientación en el que no hay casillas estancas sino un continuo en las maneras de desear.

La sexualidad es un proceso cambiante durante nuestro proceso vital y la orientación tampoco es algo estanco, puede ir evolucionando a lo largo de nuestra biografía, pudiendo sentir en diferentes fases de nuestra vida mayor o menos deseo por personas de uno u otro sexo. Es más, conductas que tengamos en un sentido u otro no tienen porqué marcar nuestra orientación o poner en duda la etiqueta con la que nos sintamos más identificadas o cómodas.

Al fin y al cabo, las etiquetas son válidas si nos ayudan a entendernos y a explicarnos Pero pueden valernos, o no. Si a ti te ayuda denominarte de una o otra manera para entender dónde te sitúas en el amplio y rico mundo de la diversidad, adelante. Cada quien sabe con qué etiqueta se siente más identificada o si no quiere identificarse con ninguna. Lo realmente importante es sentirse libre y cómoda para sentir, desear, expresar y disfrutar como seres únicos e irrepetibles que somos.

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