Visibilizando la asexualidad
Desde hace unos años, el 26 de noviembre es el día de la visibilidad de la asexualidad. Un día para visibilizar otra de las sexualidades no normativas, y por eso discriminada. Pero ¿qué es la asexualidad?
Para empezar, y desde un punto de vista sexológico, esta palabra no se entiende tal y como se hace desde el movimiento LGTBI+. El prefijo “a-“ de origen griego indica negación, privación o carencia de algo y sexualidad sería la forma de que cada sujeto sexuado tiene de vivirse como tal. Por lo que una persona asexual sería aquella que no se vive como sujeto sexuado, lo cual es imposible ya que las personas somos seres sexuados.
No obstante, desde el movimiento LGTBI+, esta palabra recoge otro significado, y cuando se habla de la asexualidad, se habla de aquellas personas que carecen, o tienen poco deseo erótico, o incluso de aquellas que solo sienten atracción por alguien con quien conectan mucho a nivel emocional o bajo limitadas circunstancias u ocasiones.
También podríamos desglosar el significado de asexual como persona sin sexo, interpretado como el sexo que se “hace” no el que se es. Si lo interpretamos desde este punto de vista, salen a debate algunas cuestiones: ¿a qué nos referimos con “tener sexo”?, ¿Qué es la erótica?, ¿a qué le llamamos sentir deseo erótico?. Quizá no podamos responder a estas preguntas pero si podemos desarrollar un diálogo en torno a esta “confusión” en los términos.
Se podría decir que la palabra asexual es un término paraguas que incluye a todas aquellas personas que su deseo erótico es menor, o se da en menos circunstancias que el de la norma, o como se ha dicho, que se da en unas circunstancias concretas (grisexualidad) o tras una conexión emocional muy fuerte (demisexualidad).
Por lo tanto, al igual que ocurre con otras sexualidades no normativas, el estar por debajo o por encima de una “supuesta norma” ha sido y es suficiente para patologizar, discriminar e invisibilizar dichas sexualidades. De hecho, se ha estado buscando el origen de la asexualidad en traumas o experiencias negativas, al igual que en su día se hacía con la homosexualidad y se incluía como categoría diagnostica en el DSM hasta 2013.
Actualmente, parece que todas tenemos que tener un deseo concreto, dirigido hacia unos cuerpos concretos, de una forma concreta, hacia unas prácticas concretas, unas partes del cuerpo concretas, en una cantidad concreta etc. ¡Qué concreto todo y que poco margen para disfrutar de lo diverso! Sabemos que esto no es así, todas somos diversas, no todas deseamos igual y esto no es ni una fase ni algo pasajero, es nuestra forma única e irrepetible de desear. Lo que ocurre es que socialmente no se visibiliza la diversidad, no vemos el abanico existente de maneras de desear; ya que, en los medios de comunicación, cuentos, poderes públicos etc. siempre se muestran relaciones cisheterosexuales, donde no se ve la diversidad funcional de esas personas, donde estas personas son blancas, jóvenes y de clase media y desean tener o nos muestran que tienen prácticas sobre todo genitales, y más concretamente coitales.
Por eso, las personas que nos salimos de esas normas tan estrictas que, nadie cumple al 100%, necesitamos etiquetarnos, nombrarnos para hacer ver que existimos; para hablar de las diversidades, de otro tipo de deseos, de otro tipo de eróticas. Desde el punto de vista semiótico (del significado y significarse) las etiquetas pueden ser muy útiles, pues con ellas reconocemos y damos valor a lo que tiene nombre.
Desde el colectivo asexual ponemos sobre la mesa, que no todas deseamos igual, y que no por ello somos ni peores ni mejores, si no diferentes. Que puede que sintamos deseo erótico solo en determinadas ocasiones, bajo ciertas circunstancias, o con personas concretas, y que haya a gente que le parezca que este deseo es menor que el suyo, y esto es algo que nos ocurre tanto a las asexuales, como al resto.
Y puede que sí, aunque sería interesante también hablar sobre qué tipo de deseo hablamos: ¿deseo genital?, ¿deseo de cercanía?, ¿deseo de contacto corporal?, ¿deseo de un beso?, ¿deseo de caricias?, ¿deseo de emparejarse?… Puede, por ejemplo, que alguien no desee nada estimular sus genitales, o que se los estimulen, pero que desee mucho que acaricien sus brazos. O puede que a alguien no le guste el contacto corporal, pero le guste tener un vínculo emocional fuerte con alguien. Ya que podemos desear prácticas eróticas y relacionales muy diferentes y cada una en diferente grado.
Lo que pasa que, en cuanto al deseo erótico, nos dicen que “lo normal” es tener deseo genital, y a veces, cuando tenemos contacto íntimo con una persona y nos acariciamos, por ejemplo, damos por hecho, que tenemos que terminar estimulando nuestros genitales, es decir tenemos las prácticas eróticas como si fueran una secuencia que siempre empiezan en un sitio y acaban en otro. Pero esto es tener una mirada muy reducida hacia la erótica. No tenemos porqué seguir patrones, cada cual conoce su cuerpo y su deseo, y disfruta de él como quiere.
Las personas asexuales reivindicamos nuestra orientación del deseo, y nos colectivizamos al igual que el resto de sexualidades no normativas para visibilizarnos y reivindicarnos.
Aquí se puede ver un documental sobre la asexualidad, en la web de la ACEs (Asexual Community España): https://www.youtube.com/watch?v=bqXyzz7Gt5k